DECLARACION DE LA COLECTIVA FEMINISTA FEDERAL

sábado, 8 de enero de 2011

El subsuelo de la Patria. Lo que las políticas amarillo Pro no llegan a ver.



El crecimiento económico de nuestro país se ha sostenido a lo largo de estos siete últimos años de manera positiva y creciente. Sin duda las acciones de política económica y social llevadas adelante por el Gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández han tenido y tienen incidencia directa y favorable. Incluso a quienes atribuían el bienestar generalizado con los tiempos de las vacas o de las sojas gordas del mercado mundial, podemos decir que la crisis internacional que embate grave y riesgosamente a EEUU y a toda Europa, no tuvo impacto negativo en Argentina, así como tampoco en general en el MERCOSUR.

La reversión de los gravísimos indicadores de pobreza e indigencia del año 2003 – dos terceras partes de la población argentina atravesados por distintos problemas de pobreza e indigencia – es clarísima. Es otra la situación social. Con una clase media en recuperación, y sectores trabajadores con mayor estabilidad, sin embargo persisten amplios grupos atravesados por la precarización laboral, empleo temporal, y otras franjas en actividad de lo que podríamos denominar trabajo insalubre o indecente según las nuevas categorías adoptadas por la OIT y el Ministerio de Trabajo como trabajo esclavo, servil, cartoneros no cooperativizados entre otros.

Las calles de la Ciudad de Buenos Aires son fiel reflejo de esta situación. En plazas, plazoletas y bajo puentes y bajo autopistas, los vendedores ambulantes y cartoneros sin retorno a sus hogares, sin hogares quizás, hacen ranchada junto a los sin techo clásicos, constituyendo una nueva marginalidad urbana consolidada como nunca antes habíamos presenciado.

Resulta elemental señalar que esta franja poblacional es heredera directa de los procesos de desempleo y ajuste estructural de los años 90. Es la Argentina profunda que Menem, Duhalde, Cavallo, De la Rua, el Banco Mundial, el FMI, y todos los empresarios asociados, en fin la caterva de neoliberales y neoconservadores de toda laya supieron conseguir al destruir la industria y la producción nacional, con el cambio uno a uno, la apertura indiscriminada a la importación extranjera, las privatizaciones a mansalva, el cierre de áreas vitales de producción estatal, el consiguiente despido y caída en el desempleo y la pobreza de millones de argentinos.

Hoy se encuentra recompuesta parte de nuestra economía, con un estado nacional todavía muy precario, casi destruido por los vendavales sufridos, rearmándose gradualmente. Se torna imprescindible llegar con políticas más directas y enérgicas a la población marginalizada. Y es en las ciudades, en las comunas donde las políticas sociales tienen que llegar de manera directa a la gente.

La Ciudad de Buenos Aires no ha desarrollado nuevas políticas sociales para estos sectores marginados. Por el contrario en la gestión de Mauricio Macri el recorte y la incertidumbre en algunos programas sociales han sido paradigmáticos. Macri intento limpiar las calles de indigentes, con la UCEP, con la máquina de control social más brutal, a palos en la medianoche. La Justicia, los bloques políticos de la oposición y las organizaciones de derechos humanos y sociales impidieron su funcionamiento.

Lo que existe en la ciudad como política social de atención en calle resulta, por lo menos, insuficiente. Sobreviven los viejos programas de atención a chicos en situación de calle, el CAINA, el BAP, pero sin la potencia y la iniciativa de años anteriores. Posiblemente sean dispositivos que en particular para el mundo de los adultos en calle deban rediseñarse para empezar a actuar con mecanismos de inclusión laboral y social más aceitados y eficaces. Mucho se intenta hacer desde las áreas sociales existentes, pero no es la prioridad política del gobierno actual. Es claramente visible si lo queremos ver. Necesitamos generalizar el plan de cooperativas para los recuperadores urbanos. Hemos pedido la presencia del Ministerio de Medio Ambiente en distintos barrios de la ciudad. En particular en mi propio barrio, en Villa Crespo y Chacarita, atravesado todavía por el tren blanco, por cientos de carros con familias que constituyen una imagen casi dantesca por el estado de pobreza, de miseria, en que se encuentran. Vienen de los distritos mas pobres del gran buenos aires, en esos territorios donde el crecimiento nacional no llegó, donde todavía existe el infierno. Vienen a revolver nuestra basura, nuestros desperdicios. Vergüenza debería darnos, por eso reclamamos una intervención mas activa del gobierno de la Ciudad. Y en todo caso una articulación real con la provincia gobernada por Scioli. Sabemos que es difícil, pero no se está encarando con seriedad.

Mauricio canta y baila vestido de amarillo, en las playas con sombrillas y sillas amarillas, frente a chicas en bikinis que desfilan al estilo Giordano. Eso es la superficie, marketinera y for export de la ciudad soñada por las – algunas - clases acomodadas. En el subsuelo de la ciudad, de nuestra patria urbana, en las esquinas y plazas de nuestros barrios, están los miles de seres humanos que esperan. Otra política. Otro gobierno.



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