Por un nuevo orden económico
internacional
María Elena Naddeo
Vivimos una situación impensada, inédita, inesperada. Por
momentos aterradora, por momentos cargada de solidaridad y esperanza.
La pandemia pone de manifiesto los límites del sistema
económico y social actual, las debilidades de un Estado que fue arrasado por
las políticas neoliberales y que sin embargo se mantiene en pie, aun con
fuertes déficits. Ha quedado claro para el conjunto de la sociedad la
importancia del sistema de salud pública en la atención integral de la
ciudadanía, y la necesidad de fortalecer los dispositivos de atención para las
infancias y en especial para las personas adultas mayores.
También ha quedado evidenciada cierta ruptura de lazos
sociales o vecinales más frecuentes
lazos que podrían permitir resolver situaciones de aislamiento de
ancianos ancianas o de madres solas con hijos pequeños, sin tener que recurrir
a la ayuda externa. que es bien escasa, en lo cotidiano.
La respuesta del Gobierno Nacional frente a la pandemia ha
sido y es garante de derechos. Con total amplitud política, articulando
acciones con las jurisdicciones de todo el país, con pluralidad, sensatez y al
mismo tiempo con una mirada puesta en los sectores trabajadores y humildes de
la sociedad y en especial en quienes menos tienen. Argentina ha sido incluida por la Federación
Sindical Mundial entre los 12 países que mayor preocupación han demostrado por su
clase trabajadora durante esta pandemia. Se gestionó una rápida publicación de
normativas para las diferentes situaciones laborales, sanitarias, familiares y
de todo tipo a fin de contribuir a un nuevo ordenamiento durante el aislamiento
social obligatorio. Una fuerte decisión de volcar en el sistema de ingreso
familiar asignaciones de emergencia para los sectores sociales postergados, a
través de subsidios de muy decidida y expeditiva implementación.
Dicho esto, es preciso señalar que la pandemia ha puesto en
el tablero la profunda desigualdad existente en las sociedades del sistema
capitalista mundial, situaciones agravadas en los últimos veinte o treinta años
por las políticas neoliberales.
Voces de los propios organismos económicos internacionales,
especialistas en política exterior alertan sobre los diversos problemas que
confrontan con la sustentabilidad del propio planeta, con la existencia de la
propia humanidad. La voracidad del capital concentrado no tiene límites, es el
motor de una maquinaria desquiciada que arrasa montes y praderas, montañas y
quebradas, destruyendo el hábitat de las comunidades campesinas y rurales,
generando desertización, vaciamiento y nuevos niveles de concentración de la
riqueza y despojo social y económico para los pobladores y vecindades.
La ley de la ganancia mueve el mundo, generando las peores
situaciones de privilegio, las peores muestras de una obscena acumulación en
poquísimas manos. Alli encontramos uno
de los nudos del conflicto, el núcleo duro de necesaria transformación. Seria
preciso entonces impulsar un cambio integral a fin de instituir relaciones
sociales de producción que prioricen la cooperación y la distribución
equitativa de bienes y resultados económicos.
¿Por dónde empezar? Volveremos a escribir las iniciativas de
transformación radical de la sociedad? ¿Habrá que decretar en cada uno de
nuestros territorios la expropiación de los excedentes que las empresas
financieras y transnacionales expatriaron y colocaron en paraísos fiscales? Habrá que poner un límite
a la propiedad territorial y empresarial?
Será posible organizar la estructura económica y social en sentido
solidario, sin que ello genere la respuesta airada de los sectores de poder
denunciando la creación de una nueva Venezuela o de una nueva Cuba? ¿Cuáles serían las estrategias para proyectar
una sociedad de transición que limite los privilegios y genere una nueva
cultura del trabajo colectivo y solidario?
Una sociedad que limite el consumo superfluo, con tiempos
laborales y sociales despojados del vértigo frenético que veníamos atravesando.
Una sociedad en la que cada ser humano, cada pareja, cada familia tenga al
menos un trabajo, una vivienda y el acceso al sistema integral del cuidado de
su salud, de la educación y la recreación de manera universal. Esta
formulación a riesgo de parecer ingenua debería insumir el debate central de
nuestros colectivos militantes.
Hoy existen porcentajes elevadísimos, ¡cuarenta por ciento!,
de poblaciones por debajo de la mínima dignidad social. Por ello la decisión de
un gobierno popular en volcar incesantemente recursos para paliar el hambre y
la miseria. Pero no es suficiente.
Porque la sociedad capitalista neoliberal reproduce las condiciones de
explotación y marginalidad crecientes. Y después de la pandemia, la crisis
económica proveniente de la parálisis productiva y comercial generará cientos
de miles de nuevos pobres, asistidos por la mano solidaria del Estado en
tiempos de transición. Podríamos convertir la trágica situación de la pandemia
del coronavirus en una oportunidad para modificar las prácticas y las
condiciones que nuestra sociedad contemporánea nos impone.
Una sociedad en la cual las políticas neoliberales instalaron
como prioritarias ciertas conductas y valores muy ligados al consumo excesivo,
al dispendio de recursos naturales y materiales. La cultura del shopping que
atraviesa las infancias y adolescencias a través de la adquisición de marcas y
bienes muchos superfluos, en síntesis, de los consumos abusivos y hasta
enfermizos.
En el decir de Slavok
Zizek podríamos considerar la pandemia como un “golpe al capitalismo que
nos permite pensar alternativas reales a una sociedad estructurada en relación
con el mercado.”
En el transcurso de estas definiciones, para cuyo debate y
desarrollo tenemos que escuchar a
nuestros mejores cuadros políticos y profesionales, sobrevivir la pandemia
requiere un esfuerzo subjetivo y familiar de enorme fortaleza. Apoyarnos en los
afectos, sostener a quienes nos necesitan y tienen padecimientos psíquicos o
físicos, valorar aquello que nos permite desarrollar nuestra tarea en las
condiciones de emergencia. Sentir que somos parte de diversos colectivos que
actuando de manera articulada podrían emitir un mensaje mas claro, generando
una conciencia social de mayor profundidad ideológica.
Esa es la convocatoria, a profundizar la conciencia social, a
programar, pensar, desarrollar y proponer un nuevo orden económico
internacional, regional y local.
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A continuación adjunto fragmentos de textos sobre el tema.
“Los momentos filosóficamente más
interesantes suelen ser, por desgracia, trágicos para muchos".
Daniel Inneratity.
“Preparar una recuperación para una mejor economía, una economía más
sostenible e inclusiva. No necesitamos replicar exactamente la economía del
pasado. Muchas cosas cambiarán, diría que irreversiblemente en nuestras vidas,
necesitamos ser capaces de utilizar esta dramática situación también para
aprovecharla como una oportunidad para mejorar nuestra capacidad de ser más
inclusivos y sostenibles en nuestra economía.”
Las
clases dominantes están logrando generar con la propagación del coronavirus un
escenario de pánico entre la población que no hace otra cosa que favorecer sus
intereses de sometimiento al pueblo Manuel Dominguez Moreno
“esta crisis
es el enésimo ejemplo del fracaso del mercado, al igual que lo es la amenaza de
una catástrofe medioambiental” Noam Chomsky
Mario
Wainfeld Toda pandemia es política.
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