Ponencia de Florencia Elgorreaga en la Presentacion del libro "Derechos de las infancias. Entre utopias y realidades", el 3 de setiembre en Hasta Trilce teatro bar. Un panel espectacular, con Florencia Elgorreaga, Nelly Minyersky, Eduardo Tavani, Romina Piccirillo, Maria Elena Naddeo y Taty Almeida.
Derechos de las infancias por Florencia Elgorreaga
Este libro es sin duda un material indispensable para todos los que se propongan trabajar con los derechos de la infancia – que hoy significa recuperar, reconstruir y mejorar un paradigma y unas instituciones que se referencien en la Convención Internacional de los Derechos del Niño – y de la Niña – en la Ley 114, y en la Ley nacional 26.061.
Pero para nosotros, para mí en particular, este libro es
sobre todo la materialización de los recuerdos, de los trabajos y de los deseos
por los que luchamos diariamente durante un largo período.
Es también la evidencia de cuánto puede hacerse en esa
dirección y cuántos obstáculos hay que enfrentar, aún en épocas más venturosas.
El Patronato, ese poder omnímodo de los jueces en relación con los niños y
niñas, con sus familias – sobre todo con las madres- no cede fácilmente.
Pero cuando el Estado se desentiende y no hay
instituciones que puedan hacerse cargo de esta tarea, con presupuesto,
trabajadores y dirección adecuados, sólo cabe enfrentarse con las ideas,
buscando la movilización popular para modificar el rumbo.
Porque además de todo lo que se ha dicho sobre la
situación económica, la pobreza, la precarización y el desempleo, vivimos con la
amenaza de lo que el gobierno anuncia, robando expresiones a la izquierda, como
“batalla cultural”. Que consiste en
aplicar las características más regresivas de la política social de EEUU en
nuestra sociedad. Recordemos que es el único país del mundo que no ratificó la Convención
de los Derechos del Niño, basándose en las opiniones de sus poderosos grupos
conservadores acerca de que socavaría la “autoridad parental”, por ej. el
derecho de los niños y las niñas a expresar sus opiniones, pero también por la
prohibición de condenar a cadena perpetua a los menores, y por la prohibición
de los castigos corporales. Catorce estados de EEUU los permiten en las
escuelas… y muchos más, por supuesto, en las familias. Porque lo que se nos
quiere arrebatar no son nuestros defectos, que los tenemos, sino los logros que
habíamos conquistado: la educación pública – ya en 1884 la Ley 1420 prohibía
los castigos en las escuelas -, la salud pública, y tantas otras conquistas del mundo del trabajo y de la ciencia.
Porque al
negar el rol del Estado en la planificación de la ciencia y de la técnica
indispensables para el desarrollo social, en la selección de los contenidos
relevantes y en la promoción de las áreas estratégicas, sustrayendo del debate
político ciudadano las grandes decisiones, es dejar aún más que sea el mercado, –los intereses de las multinacionales y
financieras- quienes decidan nuestros destinos.
Creo sin embargo que estas preocupaciones que hoy nos
perturban no impiden que podamos y debamos celebrar todo lo que se ha hecho.
Este libro describe el trabajoso proceso por el que se
llegó a la ley 114, proceso que no reiteraremos. Pero algunos logros centrales de
esa ley y de su implementación merecen destacarse para ser recordados:
1) La conformación misma del Consejo de los Derechos es
uno de ellos, al incorporar, junto a los vocales electos por la legislatura, a especialistas
y representantes de los que trabajan con la infancia, a los subsecretarios de
las áreas involucradas en las políticas para la niñez, salud, educación ,
cultura, deporte, etc., con la misión de aprobar un Plan Transversal anual que
determine las prioridades del período.
2) La conformación de la red de Defensorías Zonales, cuya
labor barrial en la restitución y defensa práctica de los derechos es esencial
en la labor del Consejo.
3) El trabajo ideológico que emprendió el Consejo: la difusión
de los derechos de la infancia, de las adicciones, de la educación sexual –
antes que la ESI, antes que la legalización del aborto, abrió caminos para
hablar de estos temas, trabajando con escuelas, instituciones, grupos de madres
de zonas vulnerables, hablándoles de sus hijos y de sus propios derechos.
4) La habilitación de espacios para los consejos de
niños, a través de Ciudad Amiga de los Niños. Recuerdo con nostalgia los
pedidos que esos consejos infantiles le hicieron a Aníbal Ibarra, entonces jefe
de Gobierno, en relación al Parque de los Niños que estaba por inaugurarse:
pedidos de transporte, de determinados juegos y espacios…
5) La decisión de intervenir en los procesos de adopción,
estableciendo pautas para los adoptantes y un listado claro y transparente,
diferente a las decisiones omnímodas de los jueces.
Y sin duda, todo el trabajo de investigación y
estadística que los equipos del Consejo desplegaron – y que pese a las
condiciones adversas, siguen realizando, y que permitieron, p. ej. Demostrar
que no eran ciertas las cifras periodísticas de delitos cometidos por menores
de edad.
María Elena nos trae en el Epílogo el maravilloso diálogo
entre la Alicia del País de las Maravillas y el gato del Cheshire: “no importa
que camino tomes, si llega a alguna parte y se camina durante bastante tiempo”.
Creo que hoy nosotros y nosotras sentimos que “caminamos
bastante tiempo”, pero que no alcanzó para llegar y que el destino está siempre
amenazado. Que hay que seguir caminando. Y que libros como el que acaba de
publicar María Elena son un poco como el bastón del caminante para llegar al destino deseado.
Dice la inolvidable Silvia
Bleichmar en “Dolor País”: Deberemos
reciclar los conceptos de solidaridad y de justicia, y por supuesto, de mayor
equidad, y también deberemos reciclar el derecho de una generación a que viva
no sólo tan bien como sus padres sino aún mejor.

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